Se preguntó que estaría haciendo ahora si Henry estuviese allí. Revivió su imagen en su cabeza, abriendo así múltiples heridas. Pero, ¿acaso importaba ya eso? Su sonrisa, sus ojos, sus manos, su manera de besarla, la primera vez que hicieron el amor... Se secó las lágrimas, pese a que sabía que perdía el tiempo. Solía pararse a pensar si tenía alguna razón por la que luchar, alguien por quien seguir adelante, algo que la atase a la vida con semejante fuerza. Sí, tenía una antes, y se llamaba Henry. Pero ahora que estaba muerto, ¿por qué iba a seguir allí? Lo había amado desde pequeña, y ella le había correspondido. Así qué, ¿por qué no intentarlo?
Supo que tenía que hacer. Subió al desván, y entre cajas y recuerdos del pasado, encontró la vieja revólver de su padre; bajó a su habitación y recordó por última vez su vida.
Asió el gatillo y cerro los ojos.
Kaboom.
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