sábado, 17 de marzo de 2012

Unknown.

Se metió lentamente en su cama, y se arropó con las sábanas hasta que casi sobrepasó la cabeza. Estaba harta de él, no podía más. Aún resonaban sus gritos en la dolorida cabeza de ella. No podía más. Rompió a llorar, pero por pura rabia. ¿Por qué siempre era todo así? ¿Por qué no podía cambiar nada? Joder, dolía terriblemente. Ahí, en el pecho. Se abrazó las rodillas con cuidado debajo de la manta, temiendo que pudiese romperse de un momento a otro, ya que ella se sentía muy frágil en ese momento. Sabía que alguna vez lo había querido, y en algún lugar del fondo de su ser, sabía que deseaba que la volviese a tratar como siempre, aunque solo fuese por una triste vez. Se tragó esos pensamientos, y dejó relucir su orgullo de nuevo. La había hecho mucho daño, sin duda, pero no lo haría una vez más. No se lo permitiría. Jamás. Nunca más, se prometió mientras se secaba lentamente las lágrimas de los ojos.
Y soñó. Soñó que volvía a ser una niña, que no había problemas, que si lloraba era porque no la compraban la nueva Barbie, que volvía a ser ella misma. Su vuelta a la realidad fue como una caída desde un ático. Aún así, decidió no rendirse. Pensaba luchar, aunque no tuviese fuerzas; aunque no quedase nada por lo que hacerlo; por sus promesas sin cumplir; por los recuerdos que debía tener; por los sueños que quedaban sin realizar; por los besos que aún seguían en el aire; por las sonrisas que nunca fueron mostradas. Por todo aquello que merecía la pena.
Simplemente, iba a luchar. Y se despertó con una sonrisa, dispuesta a hacerlo.



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