lunes, 6 de abril de 2015

«Vaya, estás aquí, cumpliste tu promesa.»

TW: referencia a violación.

Una vez conocí a una chica. Si, sin más, era una chica; era guapa, tenía los ojos verdes y el pelo negro azabache, tenía la boca siempre coloreada con carmín rojo. No era muy alta y estaba delgada, y aunque no era precisamente mi tipo, era innegablemente guapa. Siempre sonreía, hablaba muy rápido y se ponía el pelo detrás de la oreja de manera muy graciosa. Cuando salía de fiesta, la gustaban los vestidos azules y los tacones altos (para tocar el cielo con los dedos, quizás, porque ella era capaz de eso y más), y también de peinados complicados que, una vez terminada la noche, estaban deshechos e irreconocibles. Y solía estar borracha, pero seguía siendo guapísima.
Ayer volví a esa chica, pero había un hombre con ella, y la incomodidad y el miedo era visible en su rostro. Me he fijado en ella; tenía bolsas oscuras bajo los ojos, llevaba el pelo recogido de cualquier manera y no sonreía; parecía más pequeña de lo normal. Y aún así, sigue siendo muy guapa.
Hoy he vuelto a verla, y se me ha caído el alma a los pies. Estamos en un aparcamiento, ella está llorando en el suelo, tiene el vestido hecho jirones (al igual que sus medias, y muy posiblemente su alma) y ni siquiera hay rastro de los tacones; tiene el pelo revuelto y sucio y el maquillaje corrido por la cara. No es muy difícil deducir que ha pasado, quiero llamar a la policía pero ella se niega, así que me quedo sin saber que hacer. La ofrezco mi cazadora para que pueda taparte, y me siento cerca hasta que deja de llorar —o quizás ya no la quedan lágrimas que verter—. Empieza a hablarme, me cuenta que ha pasado. Quiero consolarla, pero no sé cómo, además me parece inútil en esta situación. Me quedo con ella hasta que reúne el valor de volver a casa, la acompaño hasta la puerta y me intenta sonreír un poco, aunque rápidamente rompe a llorar. Finalmente entro con ella, nos tomamos un café y la susurro cosas bonitas hasta que consigue dormir algo. La miro y sonrío; sí, sigue siendo muy guapa. Espero que sepa realzar el vuelo tras esta caída, porque siempre voy a estar mirando el cielo en su búsqueda.

[...]

Mañana volveré a verla. Hace meses que no supe nada de ella, hasta que finalmente me llamó desde un número nuevo y me contó como habían ido las cosas. Había denunciado, sí, y le habían metido a la cárcel a aquel cerdo (ojalá se pudra ahí dentro, porque no se merece otra cosa). Resulta que ya está llegando, puesto que la veo desde la ventana. Está sonriendo, eso significa que ha conseguido echar a volar de nuevo. Me da dos besos. Está guapísima una vez más, y quizás sí pueda terminar siendo mi tipo, después de todo.

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