lunes, 17 de diciembre de 2012

El hombre se acercó a la parada de metro. Se quedó mirando fijamente el cartel, pese a que sus ojos miraban a ninguna parte. Los cerró. La gente le sorteaba, molesta, que él decidió moverse también. Bajó las escaleras mecánica, con calma. como so desease retrasar en su mayor medida el final. Sonrió, sarcástico, observando en silencio todas aquellos rostros que desconocía, y que no tendría oportunidad de conocer. Paseó por los pasillos, pareciendo querer retener todo aquello que veía. La gente lo observaba con cautela, tratándole como a un vulgar borracho. Se acercó poco a poco al andén, sentándose en un banco próximo. Quedaban cinco minutos para que llegase el siguiente tren. De un golpe, lo había perdido todo. Se sintió atrapado en un un torrente de recuerdos que, es un su día, le hicieron feliz. Una pequeña lágrima se derramó, recorriendo tímidamente su mejilla. El tren se acercaba. Se levantó con cuidado, acercándose cautelosamente a las vías. Pensó en su su hija por última vez, y se dejó caer al vacío.
Abrió los ojos. La gente le sorteaba, molesta, hasta que él decidió moverse también. Bajó en las escaleras mecánicas, con calma, como si desease retrasar en su mayor medida el final.

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