Cuando le dijeron que debía irse a Afganistán se le cayó el alma a los pies. ¿Tan lejos? ¿No podía quedarse más cerca de su casa? Tuvo que resignarse, ya que no ganaría absolutamente nada protestando.
Cogió el avión que les llevaba a su destino con sus compañeros, comenzó a pensar si había hecho bien. Se intentó animar pensando que sus padres estarían orgullosos de él.
Su mejor amigo Nathaniel se encontraba con él. Se habían conocido de pequeños, y desde entonces eran prácticamente inseparables. Se miraron, se rieron y fueron hacia su cuartel.
Los días pasaban monótonos. Entrenaban, comían y dormían. Mark no sabía si alegrarse o deprimirse. No solía llamar a sus padres, eso lo dejaba sin ánimos. Leía siempre que podía y charlaba con sus compañeros. Intentaba no hacer muchos amigos, por si la guerra se llevaba a alguno de ellos.
Aquella mañana sería diferente. La guerra había comenzado. Rápidamente tuvieron que salir, repartiéndose las armas a diestro y siniestro. Llegaron al campo.
En unos momentos, ya había polvo, balas y muerte distribuida por cada rincón de la tierra. Mark corría, agónico; y disparaba cuando realmente lo necesitaba. Buscaba en ocasiones con la mirada a su amigo Nathaniel, que prácticamente corría su misma suerte.
Desde las trincheras oyó un grito. Se levantó, y deseó no haberlo hecho. Se le cayó el alma a los pies. El que gritaba era Nathaniel.
Corrió hacia él, ignorando los gritos, el polvo y las balas que le rozaban. No podía morir. No le podía dejar morir.
Le habían acertado en pleno pulmón, tenía mucha suerte de seguir con vida aún. Nathaniel lo miró, le sonrió y le susurró con dificultad "Te echaré de menos, Mark", y el brillo de sus ojos se apagó.
Mark gritó, roto de dolor. La ira le cegaba. Perdió totalmente la noción del tiempo y del lugar. Solo sabía que quería irse de allí.
Unas semanas después, todo acabó, con victoria estadounidense. Mark bajó del avión con el resto de sus compañeros. La bandera de su patria cubría el ataúd de su viejo amigo. Nada volvería a ser lo mismo, lo sabía.
"-Nathaniel -pensó-, no voy a ser más soldado. Haré algo para remediar nuestros errores. Te lo debo."
Nota de la autora: Vale, me ha quedado una mierda, lo sé; no me odiéis mucho. Bueno, solo hacia este punto para decir que este relato se ha inspirado en la canción de Rise Against de la que he tomado el nombre para el título. x3 Espero que os haya gustado.